27 mayo, 2009

La leyenda de la ciudad sumergida de Ys (y II). Esplendor y caída


Tras la petición de Dahut, para complacer a su amada hija, Gradlon ordenó a cientos de arquitectos, artesanos ebanistas, herreros y demás personas necesarias para llevar a cabo una construcción, que se dedicaran por entero a la labor de crear una nueva ciudad en una bahía.

Algunas versiones de la leyenda dicen que es en Douarnenez, de la costa de Bretaña, donde se situó la ciudad. Aún se cuenta que si te sitúas en la costa y observas el mar, te parece ver como las cúpulas y tejados de la ciudad emergen del mar.

Para proteger la ciudad de la furia del mar, Gradlon ordenó construir una enorme e impenetrable muralla de piedra que rodeaba por completo la ciudad. La única entrada de la ciudad era a través de unas gigantescas puertas de bronce, de las que sólo Gradlon tenía la llave. A esta magnifica construcción la llamaron Ys.

Durante el período de construcción de la ciudad, los pescadores cuando al atardecer volvían de faenar y pasaban delante de la ciudad podían ver, en la costa, a una hermosa mujer que jugueteaba con su hermoso y largo cabello dorado, mientras le cantaba a las olas, que se mecían suavemente a sus pies.

Lo cierto es que, desde el principio, Ys se llegó a convertir en un lugar de excesos, un reino lleno de marineros que cada día veía el advenimiento de nuevos juegos, fiestas y bailes. A través de la preciosa letra de su canción, Dahut encandilaba a los marineros y cada noche, uno de ellos era elegido para ir a su alcoba. Durante el día, festejaba con el elegido, cortejándole y agasajándole.

En las fiestas que tenían lugar cada tarde, Dahut se cubría el rostro con una máscara negra y se llevaba al marinero a sus aposentos. Y durante toda la noche, jugaba con el joven a su antojo, haciendo de él lo que quería. Pero, al romper el alba, cuando los pájaros rompían el silencio de la noche con sus trinos, la máscara por sí misma se extendía por el cuello de su compañero, asfixiándole hasta la muerte. Una vez que el pobre infeliz caía muerto, la máscara caía del rostro de Dahut, y ésta pedía a un jinete que se llevara al cuerpo inerte en su montura y lo arrojara como ofrenda, al Océano, en un lugar que se conocía como Bahía de los Muertos (o Trepasses).

La vida continuó de esta forma durante años, y la ciudad de Ys llegó a ser muy próspera con la recompensa que hasta ella llevaba el Océano. Y es que todo resultó ser un pacto de la bella Dahut con el mar.

Una mañana de primavera, un extraño jinete se aproximó a Ys, montaba un magnífico corcel negro e iba vestido, de la cabeza a los pies, de púrpura.

Cuando el caballero entró en la ciudad, Dahut le espió desde una ventana, pudiendo observar que era muy apuesto. Salió a su encuentro, ofreciéndole su mejor sonrisa, pero el extraño no hizo asomo de devolvérsela, ya que ni tan siquiera se fijó en ella. Contrariada, puesto que aquel hombre no cayó rendido a sus pies, arregló todo para que el extranjero se sentara cerca de ella durante el festival de la tarde.

Durante la celebración, el extraño consintió en sentarse al lado de Dahut y a medida que se acercaba el anochecer, ella le agasajó con cuentos y leyendas, a lo que él correspondía entrelazando sus manos en su dorado cabello, susurrándole cosas hermosas al oído.

Repentinamente se escuchó un fuerte rugido en la dirección del mar, y una ensordecedora ráfaga de viento recorrió los tejados de la ciudad. Dahut puso una tranquilizadora mano sobre el brazo del aquel hermoso extranjero y le susurró:

- Ya puede el viento rugir o el mar enfurecido bramar, que las puertas de esta ciudad son fuertes y sólo mi padre es quien puede abrirlas, con la llave que pende de su cuello.

- ¡Vaya! – dijo el extranjero – pero tu padre, el rey, duerme a esta hora y si quisieras, podrías apoderarte de la llave fácilmente. De hecho, sería una hermosa prueba de amor hacia mí persona.

Hipnotizada por los ojos de aquel extraño caballero, Dahut decidió hacer lo que el fascinante joven le pedía, de esta forma se levantó, excusándose, de la mesa, y a hurtadillas se coló en la cámara de su padre, donde por un tiempo observó la llave y su cadena de plata rodeando el cuello del rey.

Cuando consiguió reunir el valor necesario, se abalanzó sobre la figura en penumbras de su padre y le arrebató la llave. En ese preciso momento, una monstruosa ola, más alta que la más elevada de las montañas, se cernió sobre la ciudad de Ys. El ensordecedor sonido despertó a Gradlon inmediatamente, que se encontró de bruces con los ojos asustados de Dahut, que imploraba:

- Padre, deprisa. El mar ha abierto una brecha en los muros. Montemos a Morvarc’h y escapemos.

Cogiendo a su hija de la mano, Gradlon se dirigió a los establos y montó sobre su corcel Morvarc’h, escapando en el momento justo en que la ola caía sobre Ys, disparados hacia la superficie. Pero el mar se quería cobrar su tributo y trató de arrastrarlos al fondo, a fin de que perecieran con la ciudad.

Dahut, desesperada, se aferraba a su padre, gritándole que la salvara. En ese instante, un resplandeciente rayo cruzó el cielo y una voz ordenó:

- Gradlon, deja a la princesa.

En ese momento se apareció una figura pálida, envuelta en un hábito marrón, emergiendo de entre las aguas. Era San Guénolé, que reprendió a la princesa con estas palabras:

- Que la desgracia y el infortunio se ceben en ti, bruja, que has intentado arrebatar las llaves de la fortaleza de Ys.

Dahut respondió:

- Sálvame, ayúdame a escapar de este fin del Mundo.

Pero el corcel, atrapado por el enfurecido océano, se hundía lentamente, mientras que Gradlon seguía escuchando la orden:

- Deja a la princesa.

Una enorme ola cubrió por completo al corcel y Dahut, atrapada por las olas, se vio arrastrada por ellas, arrancándola de su última esperanza de sobrevivir. A medida que caía de la montura, se aferraba como podía, implorando, pero ante la insistencia de Guenole, Gradlon la empujó hacia las olas, y ordenó a su caballo salir de aquel infierno. Las olas se cerraron sobre la princesa y el mar se llevó a todos los habitantes de Ys. Sin embargo, Morvarc’h consiguió salir a la superficie, y galopando sobre las encrestadas olas, buscó la seguridad de la playa.

Galoparon toda la noche, a través de espesos bosques y ríos, hasta que arrivaron a una ciudad que se encontraba en la confluencia dos ríos y entre siete colinas. Se trataba de la ciudad de Quimper y aquí Gradlon decidió construir la nueva capital de su reino. Pasó en el lugar el resto de sus días y cuando falleció, se erigió una estatua de granito en su honor y en ella se representó a él y a su corcel escapando de la catástrofe que se cernió sobre la vanidosa Ys.

Algunos dicen que Dahut fue transformada por las aguas en una morverc’h (una sirena) que se aparece, jugueteando con su cabello dorado, a los pescadores en las noches de luna llena. También se dice que en las noches tranquilas, se puede escuchar el repicar de las campanas de Ys, en los susurros que lleva el viento.

La leyenda dice que la ciudad de Ys se encuentra, tal y como hemos mencionado antes, en la Bahía de Douarnenez. El lugar conocido como Pouldavid, a escasos kilométros al este de la ciudad de Douarnenez, es la forma francesa de “Poul Dahut”, que vendría a ser traducido como “El agujero de Dahut” (en bretón) e indicaría el lugar en el que la princesa fue engullida por las aguas.

También se dice que Ys fue la más bella capital del Mundo y que Lutecia, que más tarde se llamó París, se denominó de este modo porque “Par-Ys” en bretón significa “como Ys”.
Existen diferentes versiones de la historia para explicar el motivo por el cual Dahut decidió abrir las puertas de Ys. Una de ellas hace referencia a que el propio Satán se hizo pasar por el caballero del que queda prendada la dama, para acabar con aquella ciudad por el mero placer de terminar con “la más bella ciudad del mundo.”

Otra versión, en la que Satán también aparece disfrazado del joven caballero, refiere que el Príncipe de las Tinieblas fue enviado por Dios, tras pactar con Él, para castigar a la ciudad, cuyos habitantes habían caído en la decadencia y el desenfreno. Como podemos suponer, en el pacto, las almas de los desafortunados eran para Satán, quien les martiriza durante el resto de la Eternidad.

Y, la última versión, que es la que se considera más próxima a la auténtica (y es la que hemos narrado nosotros) en la que la joven Dahut accede a robar la llave de las puertas de la ciudad, como condición que le impone el joven del que se enamora, para que él la corresponda en el amor.

Hemos visto la aparición de un santo en la historia, San Guénolé en nuestra versión, san Winwalloe en otras. El nombre de este santo, que era el abad de Landevennec y fallecido en el siglo VI d.C., se encuentra en casi cincuenta formas diferentes, variando desde Wynwalloe, hasta Wingaloeus, Waloway, Wynolatus, Vinguavally, Vennole, Valois, Ouignoualey, Gweno, Gunnolo, y Bennoc. No es posible distinguir la forma original de la denominación, pero en Inglaterra lo más común es reconocerlo como Winwalloc o Winwalloe y en Francia como Guénolé o Guingalois. Al ser la historia bretona, la aceptación correcta sería la que corresponde a Francia.

Es probable que choque el hecho de que en una historia, que se cree de origen celta, aparezca un santo católico. Pero lo cierto es que, como ha pasado con muchas otras leyendas o festividades, la religión católica prefirió asumir como propias las tradiciones paganas, muy populares en lugares de profundo arraigo celta como pudieran ser Irlanda, Gales, o la Bretaña francesa, ya que en estos lugares la evangelización resultaba sumamente difícil y de este modo se podía transmitir con más facilidad la palabra de Dios. La moraleja, en este sentido, es clara: el Cristianismo vence (tras la conversión de Gradlon, que asume el consejo del santo para salvar la vida) al tradicional y ancestral Druidismo, encarnado por la joven Dahut y sus poderes “mágicos” (la máscara negra que cubre el rostro).

Sin embargo también se cuenta que Gradlon se reunió, habló y consoló al último druida de Bretaña, y supervisó su entierro pagano, antes de construir una capilla en su honor en su bosque sagrado.

Teniendo en cuenta estas consideraciones y añadiendo, como punto final, que hay tradiciones en el mundo celta que narran la existencia de una ciudad engullida por las aguas hacia finales del Siglo V d. C., podemos considerar esta leyenda como otras: una narración en la que lo real y lo puramente ficticio van de la mano con el único objetivo de transmitirnos un mensaje.

Espero que os haya gustado

22 mayo, 2009

La leyenda de la ciudad sumergida de Ys (I). El origen de la ciudad


Cuenta una leyenda celta que, en las gélidas aguas del Mar del Norte, existió una mítica ciudad que recibía el nombre de Ys. De ella se dice que era la ciudad más bella que contemplaron los hombres.

La tradición bretona la da el nombre de Ker-Ys que significa “Fortaleza de las Profundidades”. Dentro de la tradición celta existen diversas referencias a ciudades sumergidas como, por ejemplo, la ciudad galesa de Cantre’r Gwaelod, y en el caso de Cornualles, la ciudad de Lyonesse; aunque, sin duda, la más famosa es la que hace referencia a Ys. Hay quien a querido ver similitudes entre Ys y la Atlántida, aunque eso es discutible.

La versión más extendida de la leyenda sitúa a Ys en la Bahía de Duarnenez, en la costa de Bretaña.

Gradlon era un rey originario de Cornualles. Poseía una enorme flota de barcos de guerra que asolaban las aguas entre Kernow y el frío Norte, y causaban el terror entre sus enemigos. Gradlon era un gran estratega militar y un magnifico marino, que, unido a su enorme poderío naval, provocó que consiguiera una inmensa riqueza como consecuencia de los saqueos a los que sometía a sus enemigos.

Tras muchos años de guerras, sus hombres, cansados de esta vida, se rebelaron contra Gradlon. Grandlon dirigía el asalto a una fortaleza del Norte, muchos de sus hombres habían muerto de frío a causa del invierno crudísimo que se vivió ese año. Los supervivientes decidieron acabar con aquella situación y regresar a su casa, y encontrarse con sus esposas, ver crecer a sus hijos y vivir en paz. Así que abandonaron a su rey.

Gradlon se encontró totalmente sólo en aquella inhóspita tierra. Estaba abatido porque, tras innumerables batallas, se encontraba derrotado y no por haber sido vencido por sus enemigos, se sentía hundido y apesadumbrado.

Encontrándose en este estado, Gradlon notó una presencia cerca de él, fluyendo por su cuerpo como un torrente de sensaciones que jamás había sentido antes. Alzó la cabeza y vio frente a él a una hermosa mujer.

Aquella mujer era Malgven, la Reina del Norte, soberana de las tierras hiperbóreas. Ella era tan pálida como la luz de la luna. Sobre su pecho lucía un hermoso collar de plata que brillaba con la luz de las estrellas del Norte. Sus delicados rasgos estaban enmarcados en la nube que formaba a su alrededor su hermosa cabellera rojiza.

Malgven extendió su mano e instó que Gradlon a levantarse, y entonces le ofreció un trato:

Se de ti, Gradlon, que eres valiente y habilidoso en la batalla, joven y vigoroso, a diferencia de mi esposo, que es viejo y decrépito. Su espada está oxidada y en desuso. Ven conmigo, juntos podríamos acabar con él y yo regresaría a tu tierra de Kernow como tu esposa.”

Gradlon, que se había enamorado perdidamente de ella en el mismo instante en el que la vio, aceptó el trato.

De esta forma, los dos juntos asesinaron al anciano rey del Norte, llenaron de oro un único cofre y emprendieron el regreso a Kernow. Como Gradlon había perdido todos sus barcos en la deserción de sus hombres, emplearon el corcel de batalla de Malgven, llamado Morvarc’h (que significa “Caballo de Mar”).

De Morvarc’h se dice que era negro como la noche y que de sus ollares salía fuego con cada inspiración.

En cuanto montaron en él, surcó veloz como el viento las espumantes crestas de las olas, por lo que en poco tiempo alcanzaron a los hombres de Gradlon.

Gradlon se hizo a cargo de la nave insignia y navegó primero hacia el Este y luego hacia el Sureste, hacia los mares que rodeaban la Isla Brumosa. Entonces una gran tormenta se convirtió en una violenta tempestad que alejó a los barcos de cualquier punto conocido, hacia el Noroeste, a reinos y lugares desconocidos.

Estuvieron un año entero en la mar antes de que pudieran encontrar el camino que les había de llevar de regreso a Kernow.

Durante ese año, Malgven y Galdron tuvieron una hija a la que se llamó Dahut. Eso hizo muy feliz a la pareja, pero, al poco de dar a luz a su hija, Malgven enfermó y murió.

Gradlon quedó desolado por la pérdida de su amada, por lo que, a su regreso a Kernow, se encerró en su castillo con la intención de no volver a salir nunca más de él, roto por el dolor.
Pasaron los años y su hija creció y se transformó en una preciosa joven de largos bucles dorados con los que solía jugar habitualmente. Dahut, que al igual que su madre estaba muy unida al mar, decidió presentarse ante su padre y pedirle que construyera una ciudadela en el mar.

En el próximo artículo hablaremos de la construcción, florecimiento y caída de la ciudad.

Espero que os haya gustado

13 mayo, 2009

Revenants, los que regresan de la muerte


Hola de nuevo. Siento no haber podido escribir antes, estoy mucho mejor y pronto volveré al ritmo normal. Gracias por haberos preocupado por mi.

Hoy vamos a hablar de los Revenats. La palabra "Revenant" proviene del francés "revenir" ("volver") y hace referencia a ciertas criaturas pertenecientes al folclore popular y hace referencia a unos seres de los que se decían que eran muertos que regresaban de sus tumbas. Se las suele describir como a fantasmas con forma humana (aquella que tuvieron en vida) o como a "muertos vivientes". De este modo, presentan muchas semejanzas tanto con los zombies como con los vampiros.La creencia en los Revenants proviene de Europa Occidental (especialmente de las Islas Británicas) y se popularizó durante la Alta Edad Media.

En un principio se creía que los Revenants regresaban de sus tumbas sin ningún propósito especial, simplemente para aterrorizar y molestar a los amigos y familiares que seguían vivos, sin embargo, posteriormente se les comenzó a atribuir la necesidad de solucionar algún asunto pendiente, normalmente su propio asesinato. De esta forma, los revenants retornaban para lamentarse de su terrible destino y clamar venganza por el crimen.


Al contrario, otras creencias sostienen que los revenants son los espíritus de los criminales y malhechores, que deben vagar como almas en pena por los delitos cometidos durante su vida; estos revenants son especialmente peligrosos pues la maldad de la que hacían gala en vida se vuelve mucho peor al regresar de la muerte.

En muchas historias también se asocia a los revenants con la propagación de enfermedades y se dice que, como los vampiros, chupan la sangre a los vivos. De hecho, la manera de acabar con un revenant consistía en exhumar su cuerpo, decapitarlo y/o arrancarle el corazón para después quemarlo.

Actualmente los revenants aparecen como personajes de muchos juegos de rol y libros de ciencia-ficción y terror, siendo a menudo considerados como un tipo de vampiros aunque realmente no lo sean.

Espero que os haya gustado

Besos a todos